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Asegurando el retorno de los proyectos


A todos nos gusta que cualquier que sean nuestros propósitos, sean exitosos. Los proyectos no son la excepción, especialmente si está en juego las necesidades de una comunidad o las expectativas de unos accionistas, en espera de los beneficios prometidos.  Y para garantizar los beneficios, hacemos uso de   la gestión de proyectos como una disciplina profesional, una especialización de destrezas que permite extraer el mejor retorno posible o valor para el negocio sobre los esfuerzos que se hacen en términos de personas, tiempo y dinero en los proyectos. 

La gestión de proyectos como inversión
Desde el cambio de un software por una versión mejorada, la reestructuración de área de trabajo, la construcción de una obra civil o el lanzamiento de un nuevo producto son ejemplos perfectos para entender el por qué un proyecto es una inversión, a veces intangible. Pero ¿somos igual de cuidadosos con los proyectos como cuando adquirimos un activo o elegimos entre diferentes alternativas en un portafolio de acciones?  ¿Hacemos mantenimiento u optimizamos los métodos para ejecutar proyectos, así como hacemos con equipos e instalaciones? ¿Los procesos de dirección de proyectos funcionan? ¿Cómo lo sabemos? Si estas preguntas le sorprenden, me temo entonces que no está aprovechando todo el potencial que existe para la gerencia de proyectos.

Seguramente en su organización conocen y realizan prácticas de gerencia de proyectos y aun así tiene proyectos que fracasan.  Puede deberse a principalmente a la característica propia de los proyectos: la incertidumbre. Pero esta incertidumbre se ha acentuado cada vez más en gracia de que nuestro entorno se mueve a una velocidad mayor y por tanto, los artefactos que creamos para manejar la complejidad de los proyectos no logran abarcar  la variedad intelectual de la naturaleza humana. Veamos cómo es esto.

¿Por qué pierden efectividad los proyectos?
Muchos de los componentes creados para direccionar proyectos, así como la administración misma, provienen de la era industrial, en la cual, la simplicidad de la producción y los controles asumían que había pocos cambios a lo largo del producto, se sabía con certeza quien iba a adquirir el producto, casi siempre en un mercado local, con poca competencia.  Sin embargo, hoy tenemos clientes de diferentes culturas y territorios que demandan más innovación a un menor costo en diferentes mercados en los que compiten cadenas de suministro integradas.  Finalmente, la presión de competidores, proveedores y clientes en cualquiera de los mercados, puede llegar a modificar los supuestos que determinan el origen o éxito de los proyectos. Ignorar esto, puede ser el primer error a cometer. Eso sin contar que los interesados también pueden modificar sus intereses, teniendo en cuenta los cambios del entorno.

Usualmente, las metas de los proyectos se encuentran orientadas hacia la triple restricción, es decir, producto, costo y tiempo. Pero, si los supuestos e intereses cambian, también puede cambiar las prioridades, los objetivos y las metas, volviéndose más difusas.   Y cuando crees que has logrado el producto soñado, encuentras que ya es obsoleto o que ya no es prioritario.

Compitiendo en el nuevo panorama  
Entendamos que los proyectos se conciben principalmente para solucionar un problema o aprovechar una oportunidad. Esto trae un beneficio o “valor” para  un conjunto de personas: accionistas, clientes, usuarios, colaboradores, comunidad, etc. Toda la inversión se construye alrededor de capturar este valor, el cual justifica todo el esfuerzo y por lo tanto, el valor permanece. Por tanto el éxito del proyecto reside en el valor global que le genera el negocio más allá de cumplir las metas locales de tiempo, costo y alcance. Eso explica porque ha tenido proyectos que se cumplen en presupuesto y cronograma pero que no satisfacen a los clientes.

El profesor Kersner en sus apuntes de Project Management 2.0 plantea que la gestión de proyectos es una estrategia integrada el negocio que captura el valor de los proyectos para asegurar el beneficio y que por tanto, los gerente de proyectos, no solo toman decisiones relativas al proyecto sino que también están tomando decisiones de negocio. De un proyecto que cumpla, depende que una compañía construya una ventaja competitiva en un mercado.

Sabemos  que la forma de evaluar el éxito del proyecto puede cambiar a lo largo del mismo y lo que puede ser evaluado como un aparente sobrecosto, es una inversión necesaria para entregar un mayor valor o actualizar el producto. Un retraso en un hito para lograr una funcionalidad no contemplada pero necesaria, sacrifica una meta local para lograr una meta global o de negocio. 

Como conclusión, enfocarse en metas globales o de negocio, contribuye para entender las prioridades, alinear el equipo y medir el real éxito de sus proyectos y lograr aquello, implica modificar la forma como gestionamos nuestros proyectos hoy.









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